Un nuevo ataque a petroleros eleva la tensión en el Golfo y dispara el crudo
[Vía Expansión]
Irán ve «sospechoso» el ataque y EEUU ya ha movilizado a su flota en la zona. El 30% de las exportaciones de crudo atraviesa el estrecho de Ormuz.
Vuelve la tensión al golfo Pérsico y, por consiguiente, al petróleo. Los precios del crudo volvieron a subir ayer, después de varios días en caída, por el ataque a dos buques petroleros en la zona. Aunque se sospecha que el país responsable de la agresión ha sido Irán, Teherán niega cualquier implicación en el suceso y lo califica de «sospechoso», sugiriendo la posibilidad de que se trate de un ataque de falsa bandera, al igual que hiciera con los golpes a las instalaciones saudíes y el sabotaje a cuatro barcos en el área hace unas semanas. Sin embargo, independientemente de cómo se haya producido la agresión, esto supone un enorme foco de incertidumbre para el suministro petrolero, dado que el 30% de las exportaciones mundiales atraviesa el estrecho de Ormuz. Todo ello ha llevado a que el precio del barril de Brent suba un 2,5%, hasta los 61,5 dólares.
Dos barcos, uno propiedad de un armador noruego y otro japonés, sufrieron ayer impactos y explosiones mientras salían del estrecho de Ormuz, a unas 30 millas de la costa iraní, algo que ciertas fuentes han atribuido a un ataque con torpedos. El ataque coincide con el viaje oficial a Teherán del primer ministro japonés, Shinzo Abe, que en las horas previas se había reunido con las máximas autoridades iraníes. Aunque un buque de rescate iraní salvó a los 44 tripulantes de ambas embarcaciones y los llevó a tierra firme, Estados Unidos también quiso implicarse. Poco después del ataque, parte de la V Flota de Estados Unidos, con base en Bahréin se trasladó a la zona a dar su «asistencia» a los dos buques, tras recibir dos llamadas de socorro. Además, el Pentágono informó del envío a la zona del USS Bainbridge, un destructor con misiles guiados.
El ataque no ha sido reivindicado, aunque Estados Unidos apunta a Irán y Teherán se defiende, diciendo que se trata de incidentes más que «sospechosos». El ministro de Exteriores iraní, Mohamad Yavad Zarif, señaló que «los ataques contra los petroleros relacionados con Japón ocurrieron mientras el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se reunía con el ayatolá Ali Jameneí, para mantener conversaciones extensas y amistosas, sospechoso se queda corto para describir lo que probablemente ocurrió esta mañana [por ayer]». Zarif sugirió así la posibilidad de que se tratara de un atentado de falsa bandera por parte de Estados Unidos o de alguno de sus socios en Oriente Próximo (como Arabia Saudí) con el objetivo de dañar la posición de Irán. De hecho, Riad había organizado recientemente tres cumbres con los países del área para aislar internacionalmente a Teherán, y no había dudado en acusar a este país de estar detrás de los ataques previos.
Tanto Estados Unidos como Irán tienen intereses en culpar a la otra parte de este ataque. Por un lado, a Washington le conviene responsabilizar a Teherán para presentarse como un garante de la seguridad internacional con el objetivo de debilitar su posición y facilitar que el resto de los países petroleros intenten elevar su producción en los próximos meses para ganar cuota de mercado a costa del embargo a las exportaciones iraníes. Por otra parte, Irán puede tener interés en generar inseguridad en el estrecho de Ormuz, por el que discurre el 30% de las exportaciones mundiales, incluyendo buena parte del suministro de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Kuwait, Bahréin o Qatar, para forzar a estos países a mantener la restricción a las exportaciones petroleras y no hacer sangre de los problemas iraníes. Hay que recordar que a principios de julio tendrá lugar la próxima cumbre de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), junto con Rusia y sus socios, en la que se decidirá si se sigue cerrando el grifo del crudo.