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«Me emociono cuando hablo de mi gente. Han peleado muy muy duro»

La consejera delegada del grupo Castrosua asegura que siente orgullo de una compañía que ha superado una «tormenta perfecta» entre la crisis y la muerte de su padre

El 2018 fue el año de la remontada (con una facturación de 67 millones de euros, frente a los 56 del ejercicio anterior), una vez superada una crisis brutal. Tanto, que solo recordarla le hace saltar las lágrimas. Beatriz Castro [nació el día de Santiago Apóstol del 78 en Compostela) es consejera delegada del grupo Castrosua, cuyo germen es una carrocera nacida en 1948.

-Hemos pasado nuestra travesía del desierto. Fue durante el 2016 y el 2017 cuando se empezó a ver la luz de la recuperación. Con el inicio de la crisis vivimos un drama familiar. Falleció mi padre en mayo del 2007, con 56 años. Desde que comenzó su enfermedad, en un año y medio se nos fue. Poco relevo pudimos organizar. Mi tío Juan Luis, actual presidente, y yo dimos un paso al frente. Mi abuelo, que lleva los 70 años de historia de la compañía en vena, tuvo que volver a ponerse con el día a día. Tenía en ese momento más de 80. Fue la tormenta perfecta. Los equipos sabían lo que tenían que hacer, entendieron la situación familiar… y es de agradecer.

-Para su abuelo…  Fue un palo muy duro perder a un hijo con el que compartía su pasión por la empresa.

-¿Tuvieron que despedir? Acometimos varios ERE, y antes de tomar esa decisión luchamos contra viento y marea.

-¿Qué aprendió de la crisis? Fue una situación de drama general, porque en España el perfil empresarial es el de pymes o grandes empresas muy familiares. Todas las mañanas me despertaba pensando: «A remar, a remar». Hoy reflexiono sobre lo vivido y me digo: «En mi casa somos increíbles. Tengo un equipazo [le empiezan a caer las lágrimas]. Castrosua es muy especial. Me emociono cuando hablo de mi gente. Han peleado muy duro, muy duro. Todas las empresas del grupo. Estamos muy orgullosos de cómo han transitado por la recesión. Con este gran 2018 ha vuelto la luz. Toda la plantilla está con el ánimo arriba, muy enchufada al proyecto. Se lo ganaron a pulso.

«A mi padre siempre le agradeceré el tiempo que nos dedicó, pese a estar reventado de trabajar»

-Aprovecharon la crisis para… Para profesionalizar la gestión. Ante el relevo generacional de pesos pesados de la plantilla, buscamos nuevos perfiles con los valores que hacen falta para trabajar en Castrosua. Hay una cultura muy instalada de trabajo duro, todos a una y en equipo.

-¿Cuál es la situación de la cartera de pedidos?  Estamos dando plazos para el segundo trimestre del 2020. Concluimos el 2018 con una fabricación de 460 unidades entre las dos plantas. Tenemos un abanico de productos enorme. Somos fabricantes de segunda fase: hacemos todo el envoltorio del autobús y, a partir de ahí, montamos nuestro esqueleto. Tenemos tres segmentos: urbano, cercanías e interurbano. Castrosua se ha ganado fama, principalmente, en los dos primeros segmentos, en los que trabajamos con todo tipo de combustibles: diésel, gas e híbrido.

-¿Tiene coche híbrido? Lo tiene el presidente. Pero cuando renueve el mío, analizaré las tipologías híbridas.

-¿Siguen haciendo diésel? Sí, a petición del cliente. Aunque en el segmento urbano ha caído en picado. Están fuertes el gas y los híbridos.

-Vive entre Madrid y Santiago. Sí. Aunque mi base operativa está aquí, y trato de estar una semana al mes de viaje

-¿Cuándo viaja a Madrid, se va en tren o en coche? En coche. Estoy como loca deseando que los tiempos del tren se reduzcan aún más. A mí el avión no me gusta.

-¿No tiene problemas para entrar con el coche en Madrid?  Sí, pero yo vivo a las afueras. Aunque hay restricciones, aún puedes acudir a un párking… No tienes que ir con un híbrido o un eléctrico, pero ese punto llegará.

-¿Qué piensa de la ministra? De temas políticos no opino. Eso es algo que me enseñó mi abuelo hace mucho tiempo [ríe].

-¿Qué le decía su abuelo de los políticos? Vivió sus años políticos. Con UCD. Fue diputado en el Parlamento de Galicia, Allí conoció a su brazo derecho, a don Manuel Randulfe, que también tuvo su etapa política. Vivieron su momento de ayudar. Él entendía que el país atravesaba un momento vital y que Galicia tenía mucho que decir. Mi abuelo es de estos gallegos que luchan por que Galicia tenga su espacio y su reconocimiento. Tiene esos sentimientos.

-¿Y usted? Yo también. Pero quizás no me involucraría y no acometería lo que él sí tuvo el valor de hacer. Formaba parte de un grupo de empresarios que tiraron para adelante.

-Su abuelo le decía: «No hables de los políticos». No, no, no. Mi abuelo me decía que hay determinados temas en la vida que solo se hablan de puertas para dentro de casa. A partir de ahí, o no sabes o no contestas.

-De su padre se acuerda de…  Estaré eternamente agradecida por el tiempo que nos dedicaba a mí y a mis hermanos, pese a estar reventado de trabajar. Nos inculcó valores que ahora me llevo en vena: el compromiso y el trabajo en equipo.

-¿Casada y con niños? Soy soltera y no tengo niños.

-¿No echa de menos montar una familia tradicional? Todo el instinto de familia y maternal se lo llevó, sin duda, mi hermana [risas de nuevo]. ¡Todo!

-Mujer en un mundo de hombres.

 

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