Mano de obra foránea para el resurgir del naval en Galicia
Faro de Vigo
La falta de trabajadores cualificados lleva a contratar personal y empresas de España y el extranjero
El sector naval gallego necesita mano de obra cualificada. La intención de incorporar de urgencia 1.200 trabajadores no se cumplirá este año y la abultada carga de trabajo de los principales astilleros privados está provocando que se apueste cada vez más por personal de otros puntos de la península e incluso de fuera del país. Según la patronal Asime, uno de cada diez operarios del naval son de Portugal, Polonia, Lituania o de África. Tanto factorías como auxiliares están tirando de donde pueden para acompañar el resurgir del sector, que solo el año pasado sumó contratos que equivalen a 2,7 millones de horas de trabajo.
Los principales astilleros privados de Galicia cuentan con carga de trabajo en la actualidad. A la espera de concretar pedidos para alguna de las factorías -como es el caso de Vulcano- que apuntalen las carteras de pedidos para los próximos meses y años, el sector recibió solo el año pasado encargos que equivalen a 2,7 millones de horas de trabajo, según datos de Pymar. Este «resurgir» ha activado todas las alarmas entre las empresas, que urgen la incorporación de 1.200 operarios para poder llevar a cabo todas las construcciones en tiempo y forma. Pese a que se aspiraban a incorporar este mismo año a un buen número de trabajadores, las últimas cifras -publicadas por FARO- señalan que tan solo se ha sumado a 220 personas. Esta situación ha provocado que no sean pocos los astilleros o auxiliares que deciden apostar por mano de obra foránea para los puestos más demandados, como pueden ser soldadores, caldereros o tuberos. Según la patronal del metal Asime, aproximadamente un 10% de los trabajadores que participan en el naval gallego está formado por personas extranjeras (Portugal, Polonia, Lituania o de África), aunque también existen operarios y firmas de otras partes de España como puede ser Andalucía, País Vasco o Asturias.
Dentro de este ecosistema de empresas que dan servicio a los astilleros gallegos, se encuentran representantes como la costarricense Tecnoval, que despliega un total de 40 trabajadores en el sector. Sin embargo, una de las más relevantes sea quizá Irontec, que solo en el astillero vigués Hijos de J. Barreras tiene a 125 operarios que trabajan en el crucero ultrapremium contratado por la cadena hotelera norteamericana The Ritz-Carlton. Esta empresa lusa (situada en Setubal) es experta en calderería, tubería, soldadura y mecánica y desde que se creó en 2005 se ha especializado en fabricación y reparaciones. Solo desde que empezaron a trabajar en este exclusivo buque Irontec ha traído ya a unos 200 trabajadores.
Sin embargo, no solo extranjeros trabajan en el naval gallego. Firmas de otras comunidades también participan en el sector en Galicia, como puede ser el caso la vasca Ainair. La empresa especializada en tareas de montaje industrial cuenta con un total de 80 trabajadores en los astilleros gallegos. Ante la escasez de profesionales de perfil técnico para integrar a sus plantillas que denuncian desde los astilleros gallegos, estos recurren a esta compañía vasca, cuyas tareas se centran en el montaje de acero, aunque entre su historial se encuentra también la fabricación de bloques para cargueros construidos por Astilleros Murueta.
De esa misma comunidad con arraigada presencia del naval proceden también empresas como Nervión Industries o Comercial Limpiezas Villar. El caso de esta úlima es el de una firma especializada en servicios de limpieza para el sector industrial y cuenta con un total de 60 trabajadores repartidos en los diferentes astilleros vigueses, según fuentes sindicales. La compañía exhibe como servicio estrella su tratamiento de tanques de superficie de acero inoxidable y presume de haber participado como auxiliar en la construcción de embarcaciones como el Ro-Ro Cristóbal Colón, de 223 metros de eslora. Además de contar con tres delegaciones a lo largo del territorio español, la firma ha llegado a exportar sus servicios tanto a astilleros escandinavos como a diferentes centros hospitalarios.
Por su parte, la andaluza Blue Parrot materializará su desembarco en suelo gallego mañana mismo. Será entonces cuando cuatro trabajadores de esta compañía asentada en la localidad gaditana de Puerto Real inicien su actividad en Barreras, la primera vez que una delegación de su plantilla se desplace hasta Galicia. Ahora se encuentra a la espera de recibir el visto bueno a un nuevo acuerdo para aumentar su presencia hasta contar con una decena de trabajadores. «Mandaremos soldadores, caldereros y tuberos, que es lo que nos reclaman», aseguran fuentes de la compañía, que en el pasado ya trabajó en la construcción y reparación de cruceros en destinos exóticos como las Bahamas.
Desde Asturias también llegan empleados a la comunidad. Indasa o IMSA son dos empresas que están actualmente trabajando en factorías gallegas y el director de esta última, Javier García, comenta que cuentan «con una media de 30 o 40» personas trabajando en el crucero de lujo en tareas de fabricación y montaje de tuberías. García reconoce que la situación que vive el naval «es igual en todos sitios» y asegura que «es difícil encontrar personal cualificado». «Creo que nos hemos saltado una generación de formación», apunta.
Asime
En el último año se jubilaron en el sector naval vigués unas 120 personas, una cifra «sin mucho margen de error» aportada desde Asime. Junto a la necesidad actual de mano de obra por la abultada carga de trabajo, desde la patronal del metal sitúan la formación como «el problema más acuciante», tal y como apunta su secretario general, Enrique Mallón.
Mallón opina que se debería impulsar la formación dual, pero entiende que «solo con eso no llega». Pese a que reconoce que la Xunta «está haciendo un esfuerzo importante» tanto en el ámbito de la Industria 4.0 como en la propia formación, el secretario general de Asime estima que es necesario habilitar ayudas para «unir las necesidades de muchas empresas y que alguien, se llame como se llame, lo coordine». Así, explica que habría que «abrir líneas de financiación» y poder así ofrecer la formación necesaria para el sector.
Además del ejemplo de los operarios lusos que acuden a la carga de trabajo del sector en Galicia, Mallón también explica que hay soldadores o caldereros de otros países como Polonia, Lituania e incluso del contienente africano, como Costa de Marfil, Senegal o Mauritania. «Se trata de incorporaciones que hacen las propias empresas gallegas. Tienen buena adaptación, aunque también hay que reconocer que últimamente su llegada se ha frenado por la falta de novedades en contratos», apunta Mallón.