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Hélices viguesas para el rey trasatlántico

El Puerto de Vigo se afianza en la exportación de piezas para los gigantes del mar con un nuevo envío fabricado por Wärtsilä para el quinto hermano de la saga «Oasis of the Seas»

El rey de los cruceros, el próximo que encabezará el exclusivo ranking de los mayores del mundo, llevará sello vigués. Después de diez meses de trabajo en las factorías de Wärtsilä Ibérica en Fragosiño y Porriño ayer se embarcaron en el Puerto de Vigo las hélices de proa para el quinto hermano de la saga «Oasis» que construye en Saint Nazaire el astillero Chantiers de l’Atlantique» (antes llamado STX France). Con este envío ya van tres los encargos de unas piezas claves en la maniobrabilidad de los gigantes del mar que la filial española del grupo finlandés líder mundial en soluciones marinas delega en sus plantas del área viguesa.

No resulta difícil imaginar que un buque de 362 metros de eslora (largo) por 47 de manga (ancho) que desplaza 227.000 toneladas y donde viajan cerca de 11.000 personas entre tripulantes y pasajeros necesite de una propulsión ajustada a su descomunal tamaño. Pero igual que la velocidad, función que recae en sus tres hélices de popa de giro variable 360 grados («azipods»), estas moles requieren de una precisión casi milimétrica en el atraque y salida de los puertos para evitar daños en su casco y garantizar la seguridad de su pasaje. Y esta importante misión la ejerce un cuarteto de hélices colocadas en tubos que atraviesan de babor a estribor la sección de proa. Una clase de piezas que ya forman parte de la cartera de pedidos especializados de las factorías viguesas de Wärtsilä.

De aquí salieron las que portan el Harmony of the Seas y el Shymphony of the Seas -miembros de la estirpe iniciada en 2014 por el Oasis y seguida por el Allure of the Seas- y ayer zarparon las fabricadas para el siguiente miembro de esta familia de gigantes. Todavía sin nombre, la botadura del nuevo coloso de Royal Caribbean identificado con la nomenclatura técnica «C34» está prevista en 2022, y según los últimos anuncios de la naviera, no será el último que construya el astillero francés ahora tutelado por el italiano Fincatieri.

Gestionado por Alfacargo, el embarque ayer de los cuatro «tubos» Made in Vigo comenzó por la mañana en un muelle de Reparaciones de Bouzas cerrado parcialmente al tráfico para facilitar las labores de las dos grúas Doniz desplegadas. Finalizó al cabo de seis horas con las estructuras trincadas en la cubierta del pequeño carguero Clarity, un tiempo en apariencia lento aunque los responsables del operativo tildaron de «bastante rápido» teniendo en cuenta las medidas de las estructuras: de 75 a 95 toneladas de peso; de 6,4 metros a 13,5 de largo; y de 4,4 metros de ancho y 5,5 de alto.

A diferencia de los anteriores encargos que zarparon de este mismo muelle vigués, en esta ocasión las hélices viajarán con destino directo hacia Crist, uno de los más dinámicos astilleros de la localidad polaca de Gdynia. «Aquí se montarán en uno de los bloques que están construyendo para el trasatlántico de Royal y que luego se supone que se transportarán por mar hasta Saint Nazaire», apuntaban técnicos de Wärtsilä Ibérica mientras supervisaban el desarrollo de la carga en Bouzas. Su trabajo había finalizado desde el momento de la salida de las cuatro piezas de las fábricas el pasado fin de semana, en cambio estos ingenieros no respiraron tranquilos hasta verlas montadas en el barco. Ahora, toca esperar al próximo proyecto que todo indica está relacionado con otro coloso.

 

 

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