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Factorías Vulcano escribe su último capítulo con la entrega del ferri de Trasmediterránea

[Vía Faro de Vigo]

El desbloqueo de los últimos pagos a auxiliares y plantilla permiten consumar el hito final del proyecto. Pasaron 2.202 días desde la llegada a Teis del casco, procedente de Sevilla

La entrega de un buque es el hito final del proyecto y la consumación de un trabajo de síntesis complejo del que felicitarse. Pero ayer, a las faldas de un monte de A Guía que ha visto partir docenas de construcciones de Factorías Vulcano, la entrega del ferri Villa de Teror fue la epifanía de una historia que termina. El punto y final para un astillero tan longevo -sus inicios se remontan a 1919, de mano de Enrique Lorenzo- como obstinado, protagonista de mil historias de éxitos y tropiezos sonados. Fue una jornada importante que no lo pareció, más allá de las decenas de mensajes cruzados que llegaron a dudar que, esta vez sí, el buque se marchaba. Fue el desbloqueo de los pagos a la plantilla -cobraron la nómina de junio y la extra-, el arreglo de madrugada de un «problema» en las hélices de proa y las garantías de pago a las compañías auxiliares lo que precipitó el hito. El último del ferri; el último de Factorías Vulcano.

La compañía, controlada por la familia Santodomingo -a través de Astilleros La Mecánica- pedirá la liquidación en los próximos días, como anticipó FARO y como volvieron a indicar fuentes próximas a la empresa. En la junta de accionistas, programada para el 1 de julio (en primera convocatoria) no hay ningún punto en la orden del día sobre esta cuestión, pero la documentación está «lista desde hace semanas». Varias veces amagó la propiedad con rubricar el final de Vulcano sin haber entregado el ferri, un órdago que apagaron desde Banco Santander, Trasmediterránea (filial de Naviera Armas), Pymar, ICO, Xunta, auxiliares y trabajadores. Con distinto protagonismo y énfasis por parte de estos actores. «Supongo que todo el esfuerzo que hemos hecho con este barco ha merecido la pena», resumía ayer uno de ellos. Porque el astillero llegó a septiembre sin tesorería para terminar el barco tras haber consumido la financiación y un anticipo. Las subcontratas tuvieron que asumir una quita del 25% sobre el importe de las facturas que, desde mayo del año pasado, estaban en un cajón de los despachos de Vulcano.

Este viernes el pleno de la Autoridad Portuaria de Vigo aprobará la ampliación de la concesión sobre la lámina de agua que ocupa el astillero, de más de 6.500 metros cuadrados, que expira el 3 de julio. En tierra, la factoría se asienta parcialmente sobre un espacio de 25.095 metros cuadrados de una concesión renovada en 2009 y con vigencia hasta diciembre de 2027. Entre las opciones para acometer la anunciada liquidación de la compañía se incluye la de la transmisión de la unidad productiva. Una empresa podría comprar Vulcano sin asumir ninguna de las deudas (excepto las laborales), como desgranó este periódico. En este supuesto -hay atarazanas interesadas- la Autoridad Portuaria debería mantener la concesión durante el mismo periodo, hasta 2027. La otra opción es una liquidación simple, con la venta de sus activos y el cobro de las deudas (hacer líquido su patrimonio) para pagar a los socios su cuota de liquidación. En caso de pagos pendientes, la plantilla siempre ocupa un lugar privilegiado en la orden de prelación de pagos; deberán cobrar los primeros.

Los plazos

El Villa de Teror -construcción C-548- abandonó las gradas de la atarazana un año exacto después de la fecha fijada inicialmente en el contrato. Y 2.202 jornadas más tarde de la llegada a Vigo del casco, ya que el ferri se construyó sobre la base de un proyecto que fracasó en la desaparecida Astilleros de Sevilla. Era un pedido de Viking Lines, de 2007, año en el que Vulcano firmó su último contrato (desde cero, que no terminó). Ahora es la nueva incorporación de Trasmediterránea, que se estrenará el lunes próximo con una ruta entre los puertos de Motril (Granada) y Nador (Marruecos). Por delante -previa parada en la terminal Ro-Ro de Bouzas- le queda una singladura de 627 millas. «Se pertrechó a toda velocidad, desconectaron todo, cargaron gasoil y sacaron las fotos». Todo, resumía un empleado, para cumplir la hora de salida del astillero. Que también -como casi todo lo que ha rodeado este contrato- se hizo de rogar. Salió pasadas las ocho y media de la tarde de Teis; hora y media después descansaba en Bouzas. Hasta su adiós.

 

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