El dique de mareas vuelve a brillar
[Vía La Voz de Galicia]
El Concello celebra el fin de la rehabilitación de una infraestructura «única en Europa» y anuncia que en breve redactará un plan de usos para darle nueva vida
El dique de mareas de A Cabana, una de las grandes joyas patrimoniales de Ferrol, ofrecía el pasado verano una imagen que hablaba de décadas de olvido y abandono. Sus paredes estaban repletas de algas y moluscos, mientras sus fondos permanecían ocultos a la vista sepultados bajo toneladas de lodos. Un año después, sin embargo, esta infraestructura hidráulica con más de doscientos años de historia -su construcción se ha datado entre finales del siglo XVIII y principios del XIX- ofrece una imagen bien distinta. La cantería de granito de sus paredes brilla ahora como antaño -sin rastro alguno ya de vegetación o pequeña fauna marina-, mientras su fondo se ha librado de 750 toneladas de lodos y el tinglado anexo al dique se ha recuperado con una estructura de madera y una cubierta de tejas.
El Concello de Ferrol, propietario de la superficie, ha obrado el milagro gracias a las obras de rehabilitación que emprendió el pasado verano con una inyección económica europea procedente de la Consellería do Mar, a través de los fondos que gestiona el GALP Golfo Ártabro Norte. Con un coste de algo más de 163.000 euros, los trabajos de restauración finalizaron hace diez días y, ayer mismo, los concejales Julián Reina y María Teresa Deus pudieron comprobar sus resultados en una visita institucional a las instalaciones, donde fueron recibidos por los autores que redactaron el proyecto de rehabilitación: Antonio García-Lastra, Pedro Garat y Victoria Alonso, del estudio SB26.
El edil de Urbanismo, Julián Reina, elogió la puesta en valor de la infraestructura -a la que se refirió como «un dos tesouros da cidade», «único en Europa e probablemente único no mundo»- y anunció que el Concello se pondrá a trabajar de forma inminente en la redacción de un plan de usos para darle nueva vida. En este sentido, Reina afirmó que se trata de una tarea que no puede esperar, ya que si esta actuación se dilatase demasiado en el tiempo el dique volvería a su estado de abandono anterior, «e non imos permitir que eso pase».
Eso sí, el concejal de Urbanismo no aportó ninguna pista sobre los usos que se barajan, ni tampoco sobre la compatibilidad de estos con la actividad que desarrollan en la actualidad en el recinto varios clubes deportivos.
A la espera de que el Concello defina ese plan de usos y desvele a qué se destinarán las instalaciones, el arquitecto Antonio García-Lastra no ocultó sus preferencias. Y como ya hizo en ocasiones anteriores, señaló que lo ideal sería hacer de ese recinto un museo vivo «vinculado a su pasado como centro de reparación y construcción naval», en el que además se podrían impartir cursos de carpintería de ribera o incluso construir embarcaciones históricas.
500 metros cuadrados devueltos al mar
Además de la limpieza de la infraestructura hidráulica, la retirada de lodos y la reconstrucción del antiguo tinglado anexo, las obras de restauración acometidas por el Concello también permitieron sacar a la luz el trazado original del astillero civil de A Cabana, ya que durante las mismas se descubrió un muro antiguo que resultó ser el cierre norte primitivo del dique y que se encontraba sepultado bajo un relleno realizado con posterioridad.
Tras este hallazgo, el Concello llegó a un acuerdo con la Autoridad Portuaria gracias al cual ese relleno fue retirado, devolviendo a la ría una lámina de agua de alrededor de 500 metros cuadrados de superficie, según apunta García-Lastra. «Debe de ser de las pocas actuaciones acometidas en la ría en la que no se ha comido espacio al mar, sino que se le ha devuelto», señaló.
Mirando al pasado, García-Lastra recordó que el dique formaba parte del antiguo astillero civil de A Cabana -fundado a principios del siglo XIX por Antonio Cardomil- y explicó que su actividad estuvo ligada durante algún tiempo a los correos marítimos de la época, que eran los barcos comisionados por el Estado para llevar mercancías y comercializar con las colonias de América.
Además, recalcó que el dique constituye un «ejemplo perfecto» de la arquitectura naval que desarrollaron los grandes ingenieros de la Armada en los años de la Ilustración y se refirió al mismo como una obra «única en el mundo» tanto por su antigüedad como por su buen estado de conservación.