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2,7% de PIB y 475.000 empleos

Expansión

CUARTO AÑO CONSECUTIVO DE CRECIMIENTO A PLENO PULMÓN/ El consumo, la inversión y las exportaciones tirarán del PIB, que desafía los peores pronósticos que se hicieron por la incertidumbre en Cataluña.
La economía española mantendrá el pulso del crecimiento este año, con un avance del PIB del 2,7%, según los pronósticos del Ejecutivo para los Presupuestos Generales del Estado. Una cifra que vendrá apoyada por una fuerte creación de empleo y potentes alzas del consumo, la inversión y las exportaciones. Con ello España vuelve a esquivar un frenazo brusco de la actividad, que era uno de los principales temores de los economistas hasta hace unos meses. Si España ya sorteó en 2016 la desaceleración que podría haber causado la falta de Gobierno y en 2017, el frenazo por el agotamiento de los estímulos (como la bajada del IRPF, la bajada de los precios del petróleo o la demanda embalsada de bienes de equipo), ahora desafía los peores pronósticos respecto a la crisis catalana, que apuntaban a un aterrizaje duro que podía llevar el crecimiento del PIB hasta el 1,5%.
Desterrados estos miedos, el PIB encara una fase de crecimiento, después de haberse superado el año pasado las cotas de riqueza previas al estallido de la crisis en 2008. Y afronta esta nueva fase de consolidación con unos niveles de empleo que cada vez están más cerca de rebasar las cifras anteriores a la recesión y un volumen de deuda que ya empieza a moderarse, en relación al tamaño de la economía. En resumen, los desequilibrios que todavía marcan la economía se están reduciendo de forma sostenida, lo que limita las posibles amenazas para esta senda. Además, el sector exterior arrojará un superávit del 1,7% del PIB, la misma cifra del año pasado, lo que evidencia la solidez de la competitividad, que no se ha visto lastrada la recuperación, al contrario que lo sucedido en etapas anteriores.
Esta fortaleza se ha materializado en la mayor parte de los grandes componentes del PIB. Así, el consumo mantendrá un avance del 2% (dos décimas por encima del pronóstico previo, realizado en octubre), mientras que la inversión crecerá un 4,7% (1,3 puntos más), apuntalada por el optimismo de los empresarios, la construcción de vivienda y la apertura del grifo del crédito, que aumenta a un ritmo del 8,4%. Sólo las exportaciones se moderan ligeramente (del 5,1% al 4,8%), aunque eso no impide que el sector exterior mantenga su fortaleza. También el gasto de las Administraciones Públicas (AAPP) se eleva más de lo previsto en el año preelectoral (en 2019 se celebrarán los comicios autonómicos y municipales), con un aumento del 1,1%, cuatro décimas más que lo proyectado hace seis meses, debido probablemente a los guiños a distintos colectivos incluidos en los Presupuestos.
EMPLEO
Todo esto apuntalará la tendencia positiva del empleo y los salarios. El Ministerio de Economía calcula que este año se crearán 475.000 puestos de trabajo, una cifra similar a la de los años anteriores, lo que provocará que la tasa de paro descienda hasta el 15% de la población activa en el cuarto trimestre del año. Y ello, a pesar de que los sueldos están empezando a crecer con una fuerza relativa. Por ejemplo, los salarios pactados en convenio entre enero y febrero ya arrojan un alza del 1,5%, y muchos prevén avances de las nóminas de incluso el 5%.
Sin embargo, al mismo tiempo, esta subida salarial supone uno de los principales riesgos que encara la economía este año, debido a que un aumento de los sueldos por encima de la competitividad podría dañar la contratación. Aunque el hecho de que las expectativas de inflación sigan siendo moderadas rebaje esta amenaza, la progresiva caída del paro y la competencia por determinados profesionales puede dar un fuerte impulso a los sueldos este año.
Además, un repunte de los precios del petróleo (ahora, en torno a 70 dólares por barril) también estimularía la inflación, lo que restaría poder adquisitivo a las familias y llevaría a nuevas reivindicaciones salariales. Por último, un aumento de los tipos de interés limitaría la reducción de la deuda pública, todavía cercana al 100% del PIB.

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